Estado

La gente que siempre ha conocido la Sierra de San Miguelito

La Sierra de San Miguelito ha sido noticia los últimos meses: por los incendios que amenazaron su flora y fauna, por aquellas personas que quieren llevar a cabo proyectos lucrativos, por las comunidades que en ella habitan y aquellos que la defienden a capa y espada.

Esta vez hablaremos de un poblado que se ubica en sus faldas y ha permanecido ignorado, se llama Rivera y ocupa una superficie de 388 hectáreas de un predio conocido como “El Capulín” en los límites del fundo legal de Mexquitic de Carmona.

La Comisión Nacional Forestal (Conafor) ha hecho diversos estudios para determinar la superficie de la Sierra de San Miguelito y quedó en 70 mil hectáreas en el 2009. El gobernador Juan Manuel Carreras emitió un decreto de área natural protegida en el que estableció 63,783.05 hectáreas como área de estudio. Sólo cinco núcleos de población aceptaron ser parte de la declaratoria y el área quedó reducida a 12,613.47 hectáreas.
La comunidad de Rivera nunca aparece en el área de estudio del decreto, por lo que pareciera ser que para el gobierno estatal y las autoridades ambientales dicho poblado no existe. La Conafor lo reconoció en el año 2005, pero siempre lo dejan fuera de los programas oficiales.

El ayuntamiento de la capital los reconoce e, incluso, les cedió terrenos, sin embargo, por no ser un ejido formalmente constituido, no tienen acceso a los programas sociales.

Madeleine Sustaita Hernández y María Fernanda Herrera relataron que tres personas de la comunidad formaron un comité para solicitar a las autoridades derecho sobre el terreno de la sierra, para trabajar la tierra, campear sus animales, obtener leña y otros trabajos productivos; el municipio les cedió algunas hectáreas y fue a partir de entonces cuando comenzaron a pagar predial.

Las pobladoras de Rivera añadieron que el Ayuntamiento les dio un plano donde se delimita el número de hectáreas pertenecientes a la comunidad y de las que les fueron otorgadas, así como un plano de posesión. Ahora lo que necesitan es ser reconocidos y estar registrados ante instancias federales para acceder a recursos y proyectos productivos.

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