OPINIÓN

La soga al cuello: Las muertas de San Luis

El argumento de la intimidación es una confesión de impotencia intelectual. Ayn Rand

 

La violencia contra la mujer es una terrible realidad, los datos sobre abusos, agresiones y violencia sistemática siguen creciendo a pesar de las campañas de concientización y el sinnúmero de personajes de la vida pública involucrados. Se ha caído en el error de convertir la solidaridad con el género femenino en una especie de bandera política de oportunidad y por ende, de oportunismo. Los políticos compran rosas y se pasean por la oficinas felicitando mujeres solo para ser corregidos, porque en su ignorancia desconocen que el 8 de marzo se recuerda un evento horrendo y trágico.

 

Esta semana en San Luis Potosí los rumores que hablan sobre más de una treintena de mujeres desaparecidas han causado psicosis. El gobernador del estado, el fiscal general y todos los funcionarios involucrados en proteger la imagen incólume del mandatario se desgañitan para aclarar que los rumores provenían de agentes políticos que pretenden desestabilizar su gobierno al exhibirlos como insensibles e incompetentes. También hay que bajar dos rayitas a esa recurrente victimización de político de rancho, no es José Ricardo Gallardo Cardona el centro del universo, y ni siquiera el epicentro de todas las historias en la entidad.

 

Hay mujeres muriendo allá afuera, muchas veces en manos de sus maridos, amantes, amigos, vecinos, conocidos. El caso aberrante de Nayelli quién fue descubierta en un paraje de la delegación de pozos conmocionó a la población, podría ser cualquiera y a manos de una ex pareja o marido celoso. Pero entonces, si las mujeres son asesinadas por personas cercanas: ¿ya no es un problema de la sociedad? ¿Ni del estado? ¿Ellas tuvieron la culpa por haber elegido mal, por no haber detectado que alguien las codiciaba?

 

No existen estudios serios en la ciudad de San Luis Potosí, ni siquiera estadísticas confiables en la Fiscalía General del Estado para poder tener una idea de la dimensión del problema, mucho menos podemos determinar las causas y si hay similitudes entre la mayoría de los casos de violencia contra la mujer. Muchas veces sucede que ya cuando existe un desenlace macabro, todos en el entorno de la víctima se percataron de algunos detalles que permitían avizorar lo que pasaría. A nadie le gusta involucrarse en problemas ajenos, menos con una pareja psicópata o celosa.

 

Pero cuando se hace la reconstrucción del crimen y las etapas previas que derivaron en un feminicidio se alcanza a detectar la incompetencia de muchas autoridades y la desinformación de la sociedad para atender y acotar el problema. El marido de Nayeli Alfaro fue quien presentó la denuncia por la desaparición de su esposa, utilizó el perfil de Facebook de ella para denunciar y solicitar apoyo para su localización, acompañó a los agentes ministeriales que realizaron la investigación hasta que llegaron por lógica a indagar con los vecinos de la pareja en su domicilio conyugal. Cuando Uriel, el esposo de la víctima y principal sospechoso se percató de que unos vecinos tenían cámaras de seguridad, seguramente se dio cuenta que todo su tinglado se derrumbaría y huyó.

 

Tarde o temprano Uriel va caer, eso siempre pasa, no es un asesino serial, es un feminicida y muy probablemente no supo resolver emocionalmente algún tipo de trastorno psicológico, que en muchas ocasiones son derivaciones de la infancia por algún tipo de abuso, el desaseo de su crimen imperfecto es clara muestra de que la improvisación y el pánico se apoderó de él. Posiblemente Nayeli murió de un golpe o estrangulada, probablemente enfrentó a su agresor el cual al verse desprovisto del temor que inducía lo quiso recuperar llevando al límite sus capacidades.

 

Para infortunio del fiscal general del estado José Luis Ruiz Contreras a sus agentes ministeriales se les peló el principal sospechoso y después de una extensa búsqueda se encontró el cadáver descarnado de una mujer, se apresuraron tal vez al anunciar que era Nayeli, el padre de la víctima al principio se resignó, cuando lo llevaron a reconocer el cuerpo no había mucho para tomar como referencia, ni siquiera cabello, solo una osamenta que fue devorada por fauna silvestre. Será mejor esperar al resultado que la prueba de ADN, que por cierto, no son tan rápidas como en las series policíacas americanas.

 

Ojalá mientras está el resultado de la prueba de identificación de Nayeli la fiscalía  haga su trabajo y atrapen al posible homicida para que la justicia del reclusorio, (que es la única que existe) pueda hacerse cargo. El destino de Uriel posiblemente no es el que quería, quizás quería ser obedecido, venerado, comprendido y hasta que justificaran sus errores cuando los cometía porque “todos somos humanos”. Ahora solo es un animal rabioso y asustado, sus días están contados, aunque se mantenga en calidad de prófugo, andar a salto de mata no es vida.

 

Claro que la gente no estará satisfecha, si llega a ser detenido Uriel, si es procesado y sentenciado por algún juez de control, en caso de que próximamente tenga un número, una crujía, una litera y la más profunda soledad. Ahí soportando el hedor, el andar de las cucarachas por la noche, el calor incesante en el día pensara si habrá valido la pena, si la ofensa a su honor, su dignidad o su hombría estaba justificada, y si no podría haber pasado todo de manera distinta. Ese será su castigo y no tendrá paz.

 

La sociedad exige que estos criminales sufran, más allá de la reclusión. No somos un estado bárbaro para aplicar la tortura a los reos pero, cada día esa idea está en más mentes. Bueno si, somos un estado bárbaro que permite que en grandes extensiones de territorio haya bandas criminales que roban, torturan y matan con crueldad y saña inaudita, porque esa hipócrita pose de rectitud del estado y los políticos solo nos ha arrastrado a la ignominia. Tal vez es momento de pensar en una revolución de conciencia y dejar que nuestros instintos primitivos nos gobiernen, por lo menos así para estar parejos.

 

José Luis Ruíz Contreras está a prueba, el feminicidio de Nayeli Alfaro ha causado tal resonancia que no me equivoco si digo que posiblemente hasta su cabeza está en juego, por muy autónomo que sea ya vimos que al gobernador no le tiembla la mano para despedir algún funcionario público que ose perjudicar en lo más mínimo su imagen, no importa si es ese bodrio que puso por unos días al mando del archivo histórico del estado (el chiquilín le dicen) que un secretario de economía o el lacayo fiel que había impuesto al mando de la educación pública. El vato es de mecha corta y nada más es cosa de que le lleven algún chisme y/o que alguien se estaba riendo de él.

 

Sea pues Nayeli Alfaro, existes porque despiertas la conciencia de una sociedad amodorrada, confundida y apática. Ya no importa pero quizás tu sacrificio sea la vena por donde corra la conciencia colectiva de que algo estamos haciendo mal, y que debemos mirarnos en el espejo de nuestros propios miedos, de nuestros complejos, de nuestra miseria humana.

 

@gandhiantipatro

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