OPINIÓN

La soga al cuello : El Pack

No me gusta la venganza, pero sí la desquitanza. Gaspar Henaine “capulina”

Ese bodrio que se hace llamar gobernadora del estado de Campeche continúa con su ardua labor de acabar con la carrera política del dirigente nacional del PRI Alejandro Moreno Cárdenas. Y lo está logrando. Layda Elena Sansores San Román se olvida de gobernar un día de la semana para presentar su programa “martes del jaguar”, la ganadora del Emmy 2011 por su participación como productora ejecutiva del documental Presunto Culpable ha hecho tambalear la de por sí endeble estadía de “alito” Moreno como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Ya lo fueron a visitar los ex dirigentes nacionales de su propio partido para sugerirle amistosamente que se retire con la poca dignidad que le queda.

 

El escándalo no es algo ajeno para Layda, la gobernadora más polémica de la cuarta transformación. Mujer camaleónica que ha sabido navegar en aguas turbulentas y salir avante. Heredera de un rancio abolengo priísta. Su padre fue gobernador de Campeche allá por la década de los 60 ‘s del siglo pasado. También fue senador, director del ISSSTE y dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional. Layda aspiró a gobernar su estado, lo intentó en cuatro ocasiones desde que renunció al PRI en 1997 para afiliarse al PRD, su escisión fue resultado de que le negaran la candidatura. En el 2015 (su tercer intento) fue derrotada precisamente por Alejandro Moreno. Lo de esos dos ya es un pleito viejo.

 

Las convicciones políticas de la gobernadora de Campeche nunca han estado muy claras, igual se afilió al PRD que promovió el voto útil para Vicente Fox Quezada en el 2000, fue candidata y diputada del partido convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) y tres doritos después ya estaba en la bancada del Partido del Trabajo. Después de unirse a Morena obtuvo el triunfo en la alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México a la cual pidió licencia para ir en pos de la gubernatura de su estado natal y resultó ganadora en una elección sumamente reñida y muy cuestionada.

 

Desde que tomó protesta se fijó como propósito hacer de la gestión de Alejandro Moreno el mal de todos los males en Campeche, que la herencia maldita que dejó como legado es una oda a la corrupción y al abuso de poder. Inmediatamente la gobernadora se puso manos a la obra para hacer lo que ella mejor sabe, el escándalo. Los mexicanos se han convertido en unos adictos al cotilleo, ahora con el nivel potencializador de las redes sociales, cualquier chisme se puede transformar en una hecatombe en cosa de segundos.

 

Desde que Layda Sansores comenzó a divulgar los audios con supuestas escuchas de conversaciones del dirigente nacional del PRI regañando a sus subordinados y dando instrucciones para realizar movimientos financieros. En el supuesto de que las grabaciones divulgadas sean reales, lo que se menciona podría ser constitutivo de delito con una salvedad, podrían haber sido manipuladas. Salvo que provengan de la investigación autorizada por algún juez, pero el hecho que parte del contenido de una investigación haya sido divulgado, también altera el debido proceso.

 

La gobernadora nunca ha aclarado cómo obtuvo las supuestas grabaciones de Alejandro Moreno, seguramente dirá que alguien “las arrojó debajo de la puerta”, es un clásico de la política mexicana. Eso le dio pie para allanar (con la complicidad del fiscal del estado) una propiedad del dirigente nacional en Campeche donde lo único que encontraron fue un baño de mármol y una casa para perros con aire acondicionado. Suficiente para hacer un linchamiento en redes sociales del presidente del PRI, que mejor optó por ir a conseguir aliados al viejo continente. No lo consiguió, pero igual hizo un escándalo más.

 

En la internacional socialista le hicieron mutis con su pose de perseguido político, ni que fuera un “socialista – izquierdoso – marxista – leninista” en los tiempos aquellos que gobernaba el PRI, esos sí eran perseguidos por el sistema y no estás dulzuras. O sea, si hay un acto molestia pero de ahí a pedir cita en el tribunal internacional de La Haya, hay niveles. Para “acabar de echar la perra al pozo” llegando a la Ciudad de México de su viaje por Europa, “alito” Moreno fue retenido en el aeropuerto por una (según se dijo) alerta migratoria. Nada más lo quieren poner nervioso y pues, como que si lo están logrando.

 

Sin ánimo de hacer de abogado del Diablo saltan algunas dudas derivado de los hechos aquí narrados, la primera es: ¿porque la gobernadora Layda Sansores no hizo del conocimiento de la autoridad investigadora los audios a los que tuvo acceso sin utilizarlos para hacer escándalo mediático?

¿Porque contaminar con su protagonismo la investigación de un posible ilícito que debería haberse llevado con sigilo y con la menor publicidad para procurar el respeto al debido proceso?

En una época como la actual, en que hay suficientes mecanismos tecnológicos para falsear la voz y reconstruir imágenes fotográficas o de video: ¿Podemos confiar en la veracidad y buena fe de alguna prueba que un político presenta en perjuicio de un enemigo?

¿El tribunal es el jurado popular en que hemos convertido las redes sociales?

 

Hasta el presidente Andrés Manuel López obrador manifestó su desacuerdo en la forma en que se realizó el allanamiento de una de las casas de Alejandro Moreno en cumplimiento de una orden de investigación. Y eso no es cualquier cosa, generalmente el presidente suele festejar los exabruptos de sus correligionarios. Que hasta a él le parezca un exceso es porque sienta un mal precedente, después de todo “alito” es el mismo que recibió una supuesta amenaza por voz del dirigente del Partido Verde Manuel Velasco. Supuestamente Velasco habría tratado de hacerlo reconsiderar su postura con respecto del rechazo de la coalición a la reforma energética propuesta por el presidente.

 

En otro audio divulgado (para variar) se escucha al dirigente de los verdes confesarle a su amigo Alejandro Moreno que recién salía de una reunión donde el tema central era la postura intolerante de la oposición encabezada por PRI y PAN en el congreso de la unión para impedir las reformas constitucionales que solicitaba el presidente. El balbuceo de Manuel Velasco es una confesión de: “cuídate Juan que ya por ahí te andan buscando”.

 

Para enturbiar todavía más este lodazal de chiquero la gobernadora divulgó que dentro de las posibles evidencias recopiladas en el cateo a la casa del líder priísta se confiscó un teléfono celular que contiene fotografías íntimas de algunas diputadas federales (obviamente del PRI) y que le habrían sido enviadas al dirigente nacional por sabrá Dios qué perversa, repugnante e inmoral costumbre lasciva. A la señora se le quemaba el hocico por contar el chisme.

 

Dudo mucho que la orden de allanamiento de la casa de “alito” haya sido emitida con tales especificaciones como que incluya revisar el contenido de algún aparato electrónico conocido como “smartphone” en caso de encontrarse dentro de las instalaciones del inmueble señalado en la orden de cateo. De no ser así y dado que hasta la gobernadora se puso a ver la galería de fotos y a leer los chats de su enemigo político, ¿Cómo podría tener relevancia para la investigación y cómo habría de aceptarse como prueba?

 

A ver si alguien se atreve a denunciar la violencia política de género en este caso cometida por una mujer en perjuicio de otras mujeres. En esta parte de la historia la gobernadora deberá corregir y quedar como payasa, (así como dicen los jóvenes de ahora con un emoji) o asumir las consecuencias y rezar porque no le apliquen la ley Olimpia. Por menos que eso una youtuber fue a parar cinco meses a prisión y salió gracias a un acuerdo económico para que se le concediera el perdón y la justicia pudiera ser más benévola.

 

Así que no sabemos qué nos va a obsequiar el martes la gobernadora para seguir haciendo de este país un arrabal. Y es que además de la conferencia mañanera del presidente Andrés nos vamos a tener que tragar los programas que ahora van hacer los gobernadores de los estados, (siguiendo el mal ejemplo) por favor, nadie le vaya a sugerir a Ricardo Gallardo Cardona que estaría bien hacer un programa que se llame “la tuna indiscreta” para exhibir todas las evidencias contra la herencia maldita que dejó el funesto doctor Carreras. Están viendo que el niño es cosquilludo y ustedes todavía le quieren hacer piojito.

 

@gandhiantipatro

Botón volver arriba