La soga al cuello: La marcha de los cangrejos
Cangrejos, a compás;
Un paso pá delante,
Doscientos para atrás.
Casacas y sotanas,
Dominan dondequiera,
Los sabios de montera,
Felices nos harán.
Guillermo Prieto
Somos un pequeño país que se ocupa la mayor parte del tiempo en discutir cosas irrelevantes y para ello encomendamos a los personajes más insulsos, idiotas e incapaces con la certeza de que así obtendremos el peor resultado posible. ¡Qué carajos! ¿cuándo fue que comenzamos hacer las cosas tan estúpidamente mal?
Es difícil saber cuándo fue que México se fue a la mierda, si desde que recuerdo, en la historia de bolsillo que nos enseñaban en la escuela “en un principio todo era oscuridad”, y después, las cosas se pusieron peor. Esa guerra fratricida del siglo XIX (que tanto apasiona al presidente Andrés Manuel López Obrador) entre liberales y conservadores no dejó más que una hacienda pública saqueada, miles de muertos y un país en ruinas. El sometimiento del país a intereses extranjeros, es producto de la polarización que queda después de que un líder carismático se impone sobre otros de forma avasallante. Ellos guardarán los puñales bajo sus túnicas en espera de un momento más oportuno.
¡El INE no se toca¡ coreaban los fifís armando tremenda boruca por las pachorrudas calles de la ciudad de San Luis Potosí, marcharon con algarabía hasta llenar la plaza de los fundadores. Los participantes, todos ellos muy enjundiosos entonando estribillos, se tomaron de las manos en señal de unidad y fortaleza. Los discursos, los mismos de siempre, aunque no precisamente los mismos oradores de otras veces. Los organizadores cumplieron su parte, mantener viva la llama de la oposición al régimen que consideran autoritario, arbitrario y dictatorial. Es difícil tomar partido en este país que ha perdido sus colores, ahora solo existe blanco o negro, ni siquiera algunos tonos de grises se permiten a la hora de autoetiquetarse.
En la Ciudad de México se habla de más de cien mil personas que ocuparon el Zócalo para manifestar su repudio al llamado plan b del presidente. Como dicen en las redes sociales “los envidiosos dirán que es Photoshop”, pero aún a pesar de que la jefa de gobierno de la CDMX decretó una alerta ambiental para implementar el programa “hoy no circula” y así limitar la capacidad de movilidad de los asistentes a la marcha, el resultado no fue el esperado, los enemigos del régimen se re agruparon y le fueron apedrear el rancho a López. Sin duda que el entusiasmo es parte importante del ánimo de la tropa, desafortunadamente ese ejército no tiene quien lo dirija, no hay generales, ni capitanes, solo es una inmensa masa de humanos mexicanos clase-media que añoran la época en que bastaba estirar la mano para recibir un privilegio -como dice don Andrés .
La marcha “en defensa del INE” es el acontecimiento del inicio de año y sin duda hace patente la manifiesta polarización que vive el país. La opinión pública nacional se divide en los que le creen al presidente a ciegas y los que se van a oponer a todo lo que diga, piense o sea, donde quiera que esté y a cualquier hora. En cierta forma el presidente logró recrear su época histórica favorita, el siglo XIX. Por aquellas fechas y aquellos lares ya perdidos en lontananza los conservadores se daban donde se encontraban contra los liberales, tan encontradas e irresolubles eran sus posturas filosóficas e ideológicas que cualquier debate se volvía una monserga.
Pero aún así, habría sido un placer poder atestiguar un duelo de esgrima verbal entre Lucas Alamán y Guillermo Prieto que por mucho deben haber sido de lo mejor en cada facción. Y aunque obviamente no tenían las herramientas de comunicación tan avanzadas como nosotros, la gente estaba más informada y la clase política, mucho más educada que la actual. Es penoso ver los debates en el congreso de la unión y en el Senado, la mayoría de los legisladores se tropiezan con las palabras y exhiben su miseria pretendiendo emular algún personaje cómico de la red o al standupero de moda. Patéticos.
El presidente piensa llevar las cosas hasta el extremo de su terquedad, ya ni siquiera su salud, porque así sea con oxígeno y en silla de ruedas dirigirá una conferencia mañanera y como es bien sabido, eso es el gobierno de México, un programa matutino para hablar del acontecer nacional y la historia de “nuestra historia común”. ¿En qué momento nos convertimos en esto?, todo lo que somos, pasa en esa famosa conferencia mañanera, los adversarios políticos no tienen una agenda propia, solo son reactivos a los dichos del presidente Andrés. O sea que al igual que una familia disfuncional, todo el juego se trata de hacer encabronar al viejito cascarrabias, y él a su vez, hará su parte ignorando a todos los que no estén de acuerdo con él.
Seguramente el presidente Andrés les dará mañana lo que esperan a esos conservadores neoliberales ultraconservadores, dos o tres respuestas escuetas a pregunta expresa de algún reportero independiente que le consulte sobre la marcha y sus alcances como punto de partida del año previo a la elección, no hay que olvidar que casi todos los presidentes de México se han equivocado aquí, en el quinto año se conoce a los verdaderos amigos, se tuercen voluntades y se ponen a prueba las lealtades. Y hasta el eunuco más callado se vuelve un elocuente conspirador.
El presidente no se ha dado cuenta del gran aliado que tiene en la oposición, si se empeña en derrotarlos antes de la elección, comprenderá algo que no le enseñó su maestro Enrique González Pedrero, gran maestre de la orden del moño araña y consiglieri del capo de capos en la política mexicana contemporánea. Es curioso que tanto Carlos Salinas de Gortari como el presidente Andrés Manuel López Obrador compartieran la amistad y fascinación por un personaje tan preclaro, un estudioso de la ciencia política. Gracias a González Pedrero creo haber descubierto que nuestro amadísimo líder no quiere en realidad ser un demócrata como Francisco I Madero y menos un jurista incorruptible como Benito Juárez García.
En su libro “El México de Santa Anna, país de un solo hombre” González pedrero retrata a un personaje tan excéntrico como carismático que a pesar de cualquier eventualidad siempre estaba dispuesto a marchar al frente y arriesgar hasta la vida en defensa de lo que creía. Solo que no le gustaba compartir el poder con nadie. No me sorprendería que en algún momento de este año estemos debatiendo sobre la propuesta presidencial de aprobar o no algo parecido a las siete leyes de Santa Anna. La república centralista puede que sea la utopía de eso que llamamos la cuarta transformación.