La soga al cuello: El destino de Villa de Pozos
El tiempo libra a los necios de la aflicción y el buen juicio a los sanos. Epicteto de Frigia.
Total que se eligió al consejo municipal que presidirá el ayuntamiento de Villa de Pozos. En maratónica sesión de diez horas el congreso del estado de San Luis Potosí votó “uno a una” los concejales titulares y suplentes hasta ajustar dos síndicos y el equivalente a doce regidores y un alcalde. Las cosas no empezaron bien, la diputada panista Aranzazú Puente Bustindui subió a tribuna para denunciar supuestos acuerdos “en lo oscurito” entre el alcalde Enrique Galindo Ceballos y la dirigencia estatal del partido acción nacional con los integrantes del partido verde que al final se quedaron con la presidencia del consejo. No se equivocó, de algo sirvieron los berrinches de la semana anterior, el alcalde de la capital logró colocar al último delegado de Pozos Gerardo Ávila como segundo síndico y a la síndico municipal de San Luis Potosí Maribel Lemoine, como segunda concejal del recién creado municipio. Corrieron con mucha fortuna de haberse avecindado recientemente en la zona, puesto que la convocatoria establecía que los integrantes del consejo municipal deberían reunir los mismos requisitos que establece la ley electoral para aquellos ciudadanos que aspiran a cargos de elección popular.
Incluso, quién será la presidenta del consejo, María Teresa de Jesús Rivera Acevedo sólo se le pueden rastrear sus orígenes a una fallida candidatura en 2018 por la alcaldía del municipio de Charcas, que suerte que al año siguiente se mudó a la delegación de Pozos porque apenas completó el requisito mínimo de cinco años de residencia para aquellos que no son oriundos de un municipio y contienden por el cargo de presidente municipal. Situación muy similar para el primer concejal Lauro Espinoza Nava, la primera síndica Liliana Méndez Fajardo y hasta la ex diputada Nadia Esmeralda Ochoa Limón, hija del reconocido abogado Candido Ochoa Rojas recientemente extinto. Completan la lista tres panistas donde evidentemente no está representado el grupo “azuarista” de donde proviene la denunciante diputada Puente Bustindui. Una de cal por las que van de arena. El diputado federal Xavier Azuara Zúñiga tendrá mucho tiempo para lamentar el grave error que cometió cuando estuvo afilando por años el hacha con la que le cortaron las manos. Le va sobrar tiempo para pensar allá en la soledad ignominiosa del abandono donde quedarán arrumbadas sus febriles ambiciones políticas. Verónica Rodríguez aprendió del mejor, si hubiera una reivindicación del pensamiento feminista en la política potosina este sería el mejor ejemplo, una cosa es la derrota, y otra muy distinta la humillación. Como dijera un ánimo mío famoso por ser muy claridoso: ustedes se llevan bien feo.
A morena le tocaron dos concejales, movimiento ciudadano una concejal mujer y el partido revolucionario institucional uno más, esta última sería la concejalía de la discordia pues debió repetirse la votación al no obtener la mayoría calificada para la propuesta acordada con la dirigencia estatal encabezada por Sara Rocha. Era obvio que al gobierno del estado y la bancada verde les convenía más pactar con la dirigencia priísta porque en la próxima legislatura -a un par de meses por iniciar- estarán representadas la presidenta del comité directivo estatal y su secretaria general Friné Azuara. Claro que de eso a meter a su chofer Víctor Nájera Vidales, debería haber tantita madre por ahí perdida -otro que oportunamente también cambió su residencia a la delegación de Pozos. El caso es que ya de por si los diputados estaban hasta la madre de olerse los pedos -todo el santo día- y todavía sale con su “graciosada” el diputado Alejandro Leal Tobías. Resulta que al funesto “caco” se le dió por conseguir los votos suficientes para impedir que el chofer de Sara Rocha reuniera la necesaria mayoría calificada. Los votos faltantes aparecieron en favor del chofer del caco Leal. O sea, los priistas últimamente se pelean por cualquier plato de migajas. Según por ahí trascendió que hasta el consejo municipal de Villa de Pozos tendrá su “concejale”, al parecer uno de los dos representantes de morena -la esperanza de México- pertenece a la comunidad LGTB. Ahora si que nada más les viene faltando el representante de alguna minoría étnica. Nada que no se pueda resolver desde las altas esferas del poder.
Es evidente que dicho ayuntamiento es producto de un capricho y posiblemente sólo haya sido creado para dar certeza jurídica al negocio inmobiliario en ciernes. Esto se hubiera resuelto con una simple intervención política de las fuerzas políticas dominantes en el municipio capitalino. La emancipación de la delegación de Villa de Pozos pudo haber sido contenida con una simple controversia constitucional del municipio de San Luis Potosí, -estaban obligados- pero les faltó inteligencia y valor. En la acera de frente puede que no haya muchas luces pero arrestos sobran, aunque dudo que sabrán a dónde conduce ese tobogán. Será que la gallardía potosina se parece a la audacia, no precisa de mucha inteligencia, -incluso diría que hasta estorba- tampoco se necesita saber de estrategia para hacer una carga de caballería, basta con tener gente dispuesta a galopar y armar boruca. Ahora la esperanza de la administración municipal de San Luis Potosí está depositada en alguno de los amparos promovidos por el abogado Luis González Lozano que ya por último alega la falta de estudios técnicos en materia ambiental, financieros, de ordenamiento territorial y movilidad social. El activista ecologista sufre de una “amparitis” aguda, incluso se sabe que en la mañana cuando se despierta, si al abrir el refrigerador no encuentra nada, se cocina un amparo para almorzar.
Como sea, todo parece indicar que el parto del nuevo ayuntamiento es inminente, solo esperemos que no lo tengan que sacar con fórceps o por cesárea, incluso bastaría con que le nieguen su nalgada por digamos unos quince segundos para que el daño sea irreparable y sufra retraso mental de por vida. El alcalde Enrique Galindo pasará a la historia como el alcalde al que le mocharon un pedazo del territorio sin oponer resistencia, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona por su parte, quiere ser recordado por este tipo de eventuales chispazos -como la construcción de la arena Potosí- pero la trascendencia de un político no está ligado a la pavimentación de una calle o al reparto de dádivas en colonias populares, al final lo queda en la memoria es el estilo de gobernar, y las palabras, alguna cita que consagre su paso por el efímero instante en que todo el poder estuvo a su cargo. Como dijera el poeta latino del siglo I a.C. Tito Lucrecio Caro: en tiempos de adversidad es cuando conviene observar a los hombres, las máscaras se les caen y se muestran como son.