* El monumental Altar de Dolores será inaugurado el jueves 21 de marzo a las 19:00 horas, en el patio del Centro Cultural Palacio Municipal
Sin duda, una de las expresiones más vistosas de la religiosidad popular en nuestro país, y propiamente en San Luis Potosí, son los Altares de Dolores, los cuales se caracterizan por el reflejo de los elementos dorados y la numerosa cantidad de luces que contienen. Su origen documentado remonta al continente europeo entre los siglos XIII y XV.
Así, el Ayuntamiento de San Luis Potosí contribuye al esfuerzo de conservar esta tradición al exponer como cada año el altar monumental, el cual en esta ocasión fue elaborado por el artesano Mauricio Castillo Garrido.
La inauguración del monumental Altar de Dolores será este jueves 21 de marzo a las 19:00, en el patio del Centro Cultural Palacio Municipal; entrada libre.
En México se tiene referencia que fue en la época colonial cuando se comenzó a difundir la costumbre de levantar altares en conventos e iglesias. Después, las personas comenzaron a colocarlos en sus comercios y hogares, y poco a poco se enriquecieron con elementos particulares y regionales.
Actualmente en San Luis Potosí se instalan ocho días antes del Viernes Santo, con la intención de consolar a la Virgen en su aflicción por la Pasión y Muerte de su hijo. Todos los elementos colocados en el altar tienen significado específico y comunican un discurso teologal con un rico lenguaje artístico.
Los Altares de Dolores constituyen además una oportunidad para que amigos y extraños convivan al momento de encender las velas de los altares, se abren las puertas de las casas para mostrarlos, y la ocasión se aprovecha para compartir con los visitantes un vaso de agua fresca, elemento que popularmente representa las «Lágrimas de la Virgen».
El espacio donde se instala se cubre con lienzos morados, que es el color litúrgico para el luto, y con manteles blancos de encaje, o en su caso con papeles picados.
Al centro del altar destaca la figura de la Dolorosa, ya sea una pintura o una escultura, que se reconoce por los elementos pasionarios que la caracterizan.
Originalmente se colocaban esferas de cristal, las cuales fueron sustituidas popularmente por naranjas, sobre las cuales se clavan banderitas de papel picado; se colocan vitroleros y jarrones con agua teñida de colores, representando las lágrimas de María.
Otro de los elementos que no pueden faltar son las macetas de barro en las que previamente se han sembrado semillas de amaranto, chía, cebada o alpiste, con las cuales se representa la vida, la inmortalidad y la esperanza de la resurrección. También se colocan cirios, lámparas de aceite, o velas de cera escamada, y vasijas con flores.
Para terminar el altar, el suelo se puede cubrir, según la región del país, con tapetes de semillas, pétalos, manzanilla, hinojo o aserrín pintado.