La soga al cuello: Los pinches adoquines de San Miguelito
cuando vieren con presta diligencia
derribar los soberbios levantados
y alzar a los humildes abatidos
por mano poderosa para hacerlo.
Miguel de Cervantes. El Coloquio de los Perros.
Es difícil saber cómo empezó todo, o sea, sabemos cómo comenzó, el gobierno del estado en voz propia del gobernador Ricardo Gallardo Cardona hizo el anuncio de que se harían algunas obras en el icónico barrio de san miguelito de la capital potosina, uno de los siete que reconoce la tradición histórica como fundadores de la ciudad. Se sabe que al jefe del ejecutivo no se le dan las formas políticas correctas, se le ocurre una idea y después de un par de consultas consigo mismo toma una decisión. Después, bastarán un par de instrucciones a sus subordinados para que se ponga en marcha toda la maquinaria gallardista que sabe como le gusta al jefe que se cumplan sus órdenes a cabalidad. Lo que estaría bien saber es en qué momento y bajo qué condiciones se le ocurren las ideas geniales al señor autoridad.
El destino del apacible barrio estaba marcado, vendrían días aciagos. En cuanto se supo la noticia comenzaron los debates en los grupos de Facebook, como siempre, hay algunos reaccionarios que se oponen a toda forma de progreso, inmediatamente tomaron partido por el adoquín tradicional. Y es que si se iban hacer las obras deberían -primero- haber consultado con la gente que aún viven en el sector y serían los principales afectados y después, comprometerse hacer lo necesario para reponer el adoquín porque “forma parte de la esencia cultural y estética del barrio». Obviamente que es más barato el estampado de concreto con pintura roja pero, tampoco la pidan con moño. La generosidad del gobernador tiene un límite y también su paciencia, él espera que la gratitud se note -con cierta efusividad. No lo podemos culpar, después de todo, es un ser humano.
En la presentación del proyecto hubo algo de acarreo de ciudadanos, digo, la gente que vive frente al jardín y la iglesia es población senecta y de alguna forma se reúnen alrededor de las actividades religiosas o los fines de semana a disfrutar la parsimonia del jardín y su kiosko. No van a salir a media mañana nada más porque se escuche algo de barullo o las porras al señor gobernador perturben la cotidiana pachorra de los habitantes del paraje urbano. Para la foto del face está bien llevar ciudadanos de utilería, pero a la hora de que haya algún debate, pues si lo mejor es tener de su lado algún personaje representativo del lugar -comprado o convencido. Luego pasa que en cada colonia, comunidad o asentamiento urbano de México siempre hay algún radical que se opone a todo por sistema, a veces son ignorados, pero en ocasiones, sus argumentos son tan válidos que caen en terreno fértil para organizar una revuelta.
No tardaron en aparecer los activistas sociales, los animalistas, las feministas, las tribus de veganos urbanos y los defensores de la naturaleza. Muchos de ellos igual van y protestan para defender una ciclovía -que casi nadie utiliza- que los árboles en el camellón de una importante avenida, otro día puede que acudan a incendiar la puerta de un edificio público o morirán en defensa de unas piedras medio sujetas al piso. La discusión inundó las redes sociales y eliminó toda posibilidad de consenso, como quiera no importaba porque la decisión estaba tomada, más bien, la pregunta era si muchos se sumarían en defensa del barrio que ahora se encuentra amenazado por una decisión arbitraria. Cuando algunos vecinos detuvieron un trascabo que realizaba maniobras y realizaron una asamblea informativa se prendieron las alarmas en la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas (SEDUVOP). Isabel Leticia Vargas Tinajero pidió ayuda y le fue enviada la caballería.
El diputado y dirigente del partido verde Eloy Franklin recorrió la zona repartiendo despensas y solicitando firmas -ya para qué- para apoyar el proyecto de remodelación del barrio -por ahí hubieran empezado. Más tarde, esa suerte de botarga humana pusilánime y servil que se hace llamar Rafael Aguilar Fuentes alias “chiquilín” hizo acto de presencia para hacer su patética actuación, se grabó un video dialogando con un habitante de la zona y lo convenció de apoyar el estampado de concreto y le obsequió un camión de escombro con adoquines. El vocero de la gallardía se atrevió incluso a dar su número de teléfono personal y ofreció enviar un viaje de escombro similar a todo aquel/ella que lo necesite. Al día siguiente se sabría que “alguien” solicitó el amparo de la justicia federal y les fue concedida una suspensión provisional para que las cosas se mantengan en la forma que encuentran.
Ahora con la negativa del juez para continuar momentáneamente y el ambiente social un poco inestable, el gobernador optó por enojarse, si no quieren la obra pues entonces se llevará su dinero -nuestro dinero- a otro lugar, -donde si sabrán agradecer su gesto magnánimo. La SEDUVOP con su jefa Leticia Vargas Tinajero al frente de la situación, se dedicó a indagar si algún vecino opositor al proyecto es empleado del ayuntamiento de la capital para llevarle “carnita” al gobernador. En lugar de reconocer su incompetencia y la falta de proyecto; de autorizaciones legales obligatorias como el visto bueno del INAH; la ausencia de planos y la coordinación con las autoridades municipales para aminorar las consecuencias del desarrollo de la obra; prefiere hacerse que la virgen le habla con la esperanza de que todo se resolverá por arte de magia. Por el momento solo necesita tiempo para poder echar la “papa caliente” a otro lugar.
Si usted y yo estimado lector nos viéramos obligados a realizar alguna maniobra en la vía pública, no importa si es motivo de abrir la banqueta para reparar alguna fuga de agua potable o simplemente montar una jardinera tendríamos que pagar al ayuntamiento, y eso está bien, pero antes de dar el primer martillazo habría que realizar una serie de trámites que hacen recordar la época dorada de la tramitología ochentera del siglo XX. Al principio provoca un poco de agravio lo “requisitosos” que se han vuelto en la dirección de desarrollo urbano de la capital. La persona que se someta al suplicio de realizar algún trámite pasará por una serie de emociones que podrían llevarlo a la locura o de mínimo dejarle secuelas permanentes de trastorno mental. Igual y es por esa razón que la SEDUVOP no se tomó la molestia de informar siquiera al ayuntamiento que retirarían el adoquín para colocar el concreto estampado. Y si lo hicieron, no tuvieron que esperar lo que un ciudadano común y corriente para obtener la autorización.
Cuando algún abogado de medio pelo llenó el “machote” para solicitar un amparo a la justicia federal sólo tuvo que demandar a cuanta autoridad recordó en ese instante, habiéndo recibido y dando curso a la solicitud se giraron oficios preguntando quién sabía de qué hablaban los quejosos. Empezando por la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dijeron que no podían opinar sobre el impacto del proyecto de marras porque ni siquiera lo conocían y muchos menos estaban informados de que ya andaban haciendo agujeros en la calle. Al parecer la señora Vargas Tinajero está convencida de que “hacer el bien sin mirar a quien” no le obliga a respetar esa monserga de reglamentos y leyes estúpidas. Bien por ella, deberíamos todos seguir su ejemplo.
Al igual que con la obra fallida del Puente deprimido del Saucito que le naufragó al ayuntamiento capitalino y que según denuncias de ciudadanos y políticos fue producto de las protestas de supuestos vecinos inconformes, patrocinados por intereses oscuros que pretenden obstaculizar la carrera política del alcalde. También se malició que el barrio de san miguelito los protestantes solo buscan socavar el intento del proyecto gallardista de meterse a la ciudad, con la malsana intención de ganarse el voto del votante promedio de la capital, siempre tan veleidoso y ruin. Como quiera, tal parece que tanto el alcalde como el gobernador podrían -si actuarán de manera conjunta- terminar las acciones, por lo menos una a la vez, y después todas. Al final la ciudadanía juzgará a cada quien y sabrá qué hacer con su voto, en estos momentos, quizás no tenga muchas ganas de dárselo a ninguno de los dos grupos políticos predominantes en San Luis Potosí.
Por lo que tiene que ver con el adoquín, es momento de pasar a una mejor etapa en la vida de una ciudad, el concreto estampado en color rojizo está bien, y también regalar esas piedras para quien las quiera usar de pisa papel o sostener la puerta desnivelada. Ya solo falta que aparezcan los activistas que exijan que ni adoquín, ni concreto, y volvamos a los años gloriosos del virreinato cuando las calles estaban empedradas y la ciudad era una peste, el agua se distribuía en fuentes y la leña y el carbón era lo que rifaba para calentar las gordas y los frijoles.
Tengan cuidado y no hablen con extraños estimados lectores.