“Anáhuac 1325-D” da vida a un departamento que se manifiesta en apariencia de mujer y se rebela a su condición inerte, que se distrae de su condena de estar atada a una estructura de muros y techos observando a los moradores de sus entrañas, a quienes aprende sus anhelos, registra sus diferencias y lamenta sus desencuentros.
Es una obra que nos recuerda lo frágil y vulnerable de nuestra condición humana, una obra que nos invita a ser libres, a usar nuestro albedrío tanto como usamos el rastrillo o el labial, a gozar la posibilidad del tránsito físico y espiritual pero sobre todo, nos invita a reflexionar sobre esa geografía de habitaciones y baños donde expedicionamos nuestra propia existencia.