La leyenda de la bruja Mariana
Está leyenda ocurrió en San Luis Potosí alrededor de 1735 la República de San Miguel se encontraba conformada por 53 familias gobernadas por el Sr.Juan Macario quien además de ser el Gobernador del Barrio de San Miguelito era el mayordomo de la cofradía de la Fabrica Matriarcal de la nueva iglesia.
Esto lo hacía responsable de la construcción de la Iglesia, así como terminar las cúpulas y todo lo relacionado con el edificio. También era hermano de mayordomo de la Cofradía de la Santisima Trinidad, responsable de administrar todos los bienes dela Iglesia, así como responsable de cuidar el culto.
Don Juan Macario en su papel de cacique, era responsable de mantener el orden en la comunidad, gozando de todos los privilegios que esto significaba pues su honorabilidad era incuestionable. Los frailes de la Iglesia eran contentos con su trabajo, pues constantemente incrementaba las riquezas del templo.
Sin embargo en este lugar no solo reinaba la luz de Dios, al poniente de la Iglesia a unos metros de la Iglesia existía un pequeño camino que actualmente lleva el nombre de Miguel Barragán, era apenas una calle pues no tenía salida y topaba con matorrales y terrenos, ya que la calle de Fernando Rosas aún no existía. En ese lugar apenas había un par de casas y en una de ellas se acomodó una señora de nombre Mariana o así decía ella que se llamaba. Por su costumbre y acciones no era bien vista por la sociedad, pues había sido expulsada de los pueblos de San Sebastian, Tlaxcala y Tequisquiapan.
Esta mujer de acuerdo a escritos antiguos y pláticas de la gente era morena, aparentemente de 40 años, de pelo largo, oscuro y rizado, estatura media. Dicen que sus ojos eran cautivadores, pues decían que quien se atrevía a mirarlos quedaba cautivado, pues en lo profundo de su mirada se apreciaba un mar de pozos oscuros y sin fondo.
Una vez instalada en el callejón de la Zanja, solo utilizaba sencillo utensilios, pues todo lo demás que necesitaba sabía encontrar o fabricarlo de buena manera. Un petate y unas cobijas eran su cama, unas tablas a manera de mesa, unas velas un fogón y unas cazuelas era todo lo que ocupaba.
A pesar de los oscuro y alejado del callejón, Mariana no tarde en hacerse de clientes que la visitaban por sus trabajos, pues ella sabía realizar bebidas curativas o en otros casos aquellos que hacen enfermar a la gente.
Dichas acciones llegaron a oídos de Fray Joaquín, quien sintió la obligación de denunciarla con las autoridades para hacerle un juicio sumario o al menos llevarla a la casa de La Maltos( de la Santa Inquisición) , pero finalmente decidió no hacer nada pues pensó que aquellas visitas que se realizaban al callejón incluso de noche, traerían mucho beneficio a la Parroquia.
Juan Macario se enteró de esos chismes, quien tuvo que intervenir en esa situación y pues su puesto de gobernador estaba en juego, además de ser una persona muy valorada por todos incluso por los indios. Él decidió encaminarse a la casa de ese callejón en compañía de dos ayudante y al entrar a la morada encontró extraño muñecos de trapo atravesados con espinas, plumas amarradas, polvos, pastas y unciones.
Con todas esas pruebas a la vista, Macario tomo del brazo a Mariana y la llevó a la improvisada cárcel para mujeres. En el lapso entre la casa y la cárcel, Marian entablo palabras y cruzo miradas con Macario, pero nadie supo de que hablaron. Una vez en la cárcel se le preparaba para días después acusarla de brujería e idolatría, por lo que podría ser sentenciada a muerte o al menos a vivir encadenada de por vida.
Ella solicitó hablar urgentemente con Macario, pues alegaba que se trataba de temas de suma importancia que le competía a él. Al principio Macario se resistía a acudir al llamado, pero después de tanto meditarlo aceptó y cruzó todo el pueblo para visitarla en la cárcel. Nuevamente nadie supo de que hablarían, pero tras aquella platica Macario decidió dejarla libre. Al pasar los días el comportamiento de Macario había cambiado mucho, abandonaba sus deberes como gobernador y comenzó a recaudar recursos únicamente para él.
Dicen que Mariana fue instruida por su abuela, una antigua shamana quien había vivido más de 100 años.
La esposa de Macario fue a quejarse con Fray Joaquín, debido a que éste se comprobaba de forma muy extraña e incluso se había alejado de ella misma y se fue a vivir a con Mariana. Fray Joaquín decidió ir a la casa pero solo encontró a Macario maldiciéndolo y agrediéndolo por lo que decidió irse.
La gente se enteró de lo ocurrido y acudieron a la iglesia para verificar las cuentas de ésta y encontraron todos los robos cometidos por Macario así que enfurecidos acudieron al hogar de Mariana, comenzando a lanzar piedras contra la casa pero nadie abría, entonces entre varios levantaron una gran loza y estaban a punto de lanzarla contra la puerta para derribarla pero al final un templo hizo que todos cayeran. De la puerta salió un caballo percherón negro con ojos rojos como el infierno y con un respirar horrible, todos gritaron del susto y de un momento a otro el caballo galapo abriéndose paso entre la gente lastimándolos a todos.
La gente acudió con Fray Joaquín para decirle sobre lo acontecido y buscar justicia con las autoridades, éste se preocupó por Macario y decidió ir a la morada, pero todo estaba en silencio. Al final del hogar encontró a Macario tirado y con muchos golpes a punto de morir y gratando que veía un horrible caballo. Fray Joaquín sabía que no podía hacer nada por él y pidió por la salvación de su alma hasta que murió. A pesar de sus crímenes fue enterrado en el cementerio de la iglesia que queda atrás del templo. De la bruja Mariana no se supo más, pero dicen que su poder era tanto que ni la Maltos quiso intervenir. Al callejón donde vivió se le conoció como el Callejón del Diablo por mucho tiempo hasta en 1915 cuando se cambió al nombre de Fernando Zamarripa Heroico Sacerdote de Soledad de los Ranchos.
Dicen que en algunas noches se puede escuchar en el tramo de Fernando Rosas y Miguel Barragán un galopar de caballo que relincha como si se tratará del diablo.
Investigación de Milton Martinez.
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