OPINIÓN

La soga al cuello: La Cosa Nuestra

Se tiene la costumbre de creer que la prisión era una especie de depósito de criminales, depósito cuyos inconvenientes se habrían manifestado con el uso de tal forma que se diría era necesario reformar las prisiones, hacer de ellas un instrumento de transformación de los individuos. Michel Foucault

 

Todo comenzó en un operativo antialcohol en Soledad de Graciano Sánchez. En el retén nocturno se detuvo a un personaje que debió identificarse como el hijo del jefe de un grupo criminal. No actuó con temor, más bien con altanería. Pero algo estaba raro, no era la misma cortesía obsequiosa y pusilánime que se procura con esos fantasmas que viven al margen de la ley. Al parecer el jefe de la policía municipal personalmente atendió la situación y por el contrario, de la solicitud de paso franco denegada, la negativa vino acompañada de un correctivo físico, y posteriormente puesto a disposición de la autoridad ministerial.

 

Todo es confuso, lo que se sabe es por medios desautorizados y de grupos de whatsapp, sin embargo, tampoco hubo una conferencia de prensa para aclarar los temas o hacer el anuncio de la detención de un importante activo de una banda criminal, las cosas con sigilo. Horas más tarde, un agente de la policía municipal de Soledad llevaría el mensaje de respuesta. Sobre su patrulla, un par de cartulinas fosforescentes con amenazas, sobre el cuerpo inerte del agente, las balas que le quitaron la vida. Su rostro desfigurado parecía advertir lo que viene. Una mueca perturbadora de terror.

 

Evidentemente cuando existen situaciones de riesgo se refuerza la seguridad de las autoridades, sobre todo los que se involucran en la toma de decisiones, desde el gobernador hasta el jefe de la Guardia Civil Estatal. Afortunadamente para el gobernador del estado las corporaciones del nivel federal tienen un especial interés en la entidad y por ende, van apoyarlo con la fuerza de la federación porque les interesa la granja de votos que Ricardo Gallardo ha construido en San Luis Potosí.

 

Así que desde la poderosa jefa de las seguridad en el país, la potosina Rosa Icela Rodríguez hasta el secretario de gobernación Adán Augusto López Hernández ofrecieron su apoyo al gobernador en el tema de seguridad. Realmente esas tácticas políticas siguen influyendo mucho en el ideario colectivo, la gente piensa que cuando vienen figuras destacadas de la política nacional a dar “espaldarazo” a un gobernante, se le queda un hálito de divinidad que lo envuelve. Como un manto sagrado que lo protege de todo mal.

 

En la vida política no hay decisiones equivocadas, solo consecuencias. Y es que nadie en el ejercicio del poder logra salirse de la burbuja para observarse a sí mismo, menos si un ejército de aduladores lo mantienen ocupado con alabanzas y caricias. La verdad es que después de un par de sexenios donde los grupos de delincuencia organizada que optaron por establecerse en la entidad fueron tolerados, cualquier acción determinada en su perjuicio será muy notoria. Así que las tácticas del actual gobierno para combatir a las células criminales que operan en la entidad se destacan por la inacción de las anteriores administraciones.

 

Juan Manuel Carreras López solo se ocupaba de los temas de seguridad cuando revisaba el presupuesto y pretendía meterle mano con algún socio – proveedor al que podía otorgar contratos millonarios. Como ese “bisne” de las cámaras de video vigilancia al que se aferró el güero Carreras en los últimos días de su gobierno como si en ello le fuera la vida. Si lo hubiera visto su mentor Gonzalo Martínez Corbalá se habría muerto de la pena. El doctor y egresado de la prestigiosa escuela libre de derecho no tenía la pinta de ser un marrullero gestor capaz de vender a su propia madre.

 

Ricardo Gallardo Cardona es un político atrevido, estalla con facilidad y gusta de ser procaz para acentuar más la gravedad de su dicho. En su más reciente exabrupto le dirige las varas al poder judicial federal, el gobernador asegura que se han liberado casi la totalidad de los delincuentes detenidos, cerca de 500, de los cuales el 95  por ciento fue liberado por orden judicial. En este país cualquier persona es considerada culpable, hasta que puede pagar su inocencia.

 

En uno de los más recientes eventos criminales que puso en vilo a la ciudad, un comando de sicarios emboscó a un vehículo donde al parecer (según versiones extraoficiales) viajaba un jefe del cártel local que fue liberado precisamente ese día después de haber sido detenido en posesión de un arsenal hace meses. Ahora sí que estaba más seguro allá adentro en cana, pero igual su destino ya estaba escrito.

 

El llamado cartel de los alemanes (llamado así por el apellido de su líder) puede ser que se encuentre algo mermado, pero la situación de violencia que se vive en la capital y su área metropolitana dejan claro que las calles no son seguras ni siquiera para los que andan armados. El ciudadano común se atiene a su suerte, poco puede hacer para mejorar su situación y por el contrario, cada vez son más las familias que se ven obligados a lidiar con la adicción a las drogas de alguno de sus miembros. No existen políticas públicas para prevenir y aminorar el impacto del creciente consumo de estupefacientes. Esto también debería ser motivo de interés del gobierno.

 

Si la estadística del gobernador es correcta y el 95 por ciento de los delincuentes entran y salen de la prisión, esto ya toma tintes de conspiración, tal vez debería quejarse ante el consejo de la judicatura federal o comenzar a revisar cómo se están integrando las carpetas de investigación, al menos cuando le toca a los policías estatales fungir como primer respondiente. Ricardo Gallardo está viviendo un momento único en su carrera política, buenas relaciones a nivel nacional, la opinión pública favorable, no tiene oposición política y las proyecciones a futuro le permiten planificar con precisión y certeza el escenario político.

 

Si acaso, es precisamente el tema de la inseguridad lo único que podría explotarle en las manos. La mayoría de los activos naturales de la burocracia policial pretenden solventar sus carreras con tratos y componendas, nadie se mete en broncas por algo tan iluso cómo combatir el crimen. Hay que estar loco para meterse de fondo a combatir de tú a tú con los delincuentes, ellos ya rebasaron la línea, ya perdieron el miedo.

 

Bien haría el gobernador en revisar los perfiles de los personajes que encabezan las corporaciones a su mando, tal vez se necesite una sacudida y cambiar el paradigma. Alguien que ha levantado la mano pero pareciera una voz que clama en el desierto es el ex diputado del partido verde Edgardo Hernández Contreras, con fama de incorruptible y arrojado, quizás más de la cuenta, pero de cobarde no se le conoce. Fue el único que se pasó la legislatura denunciando la corrupción en la ex secretaria de Salud Mónica Liliana Rangel y la perversa intromisión de su pareja sentimental.

 

Al final quedó demostrado que Edgardo Hernández no estaba equivocado, de sobra se conocen ya los testimonios de que el volumen de los “negocios” de la ex candidata de Morena al gobierno del estado era tan grande que los beneficios debían ser trasladados en cajas de huevo. Un potosino común y corriente no se imagina cómo se verá una caja de cartón atascada de billetes. Muchos lo han soñado, pero solo la doctora Mónica y su cómplice han sido afortunados.

 

Al gobernador le queda muy claro que el combate a la delincuencia organizada no es un paseo en el parque, tampoco es una tarde en la feria, mucho menos es como subirse a la rueda de la fortuna, esa gente no se tienta el corazón para hacerte pasar un mal rato. El problema aquí radica en que no todos los potosinos tenemos a nuestro servicio un cuerpo de escoltas para salir a la calle con algo de precaución, a nosotros, sólo nos queda evadirnos de una lacerante y cruel realidad que nos asfixia.

 

@gandhiantipatro

 

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