La soga al cuello: El agua turbia
Cuidado con aquellos que buscan multitudes. Charles Bukowski.
Consumatum est. En una sesión de trámite el tribunal electoral del poder judicial de la federación determinó que la elección en San Luis Potosí reúne los requisitos mínimos indispensables para considerarse legal y su resultado inapelable, de nada sirvieron los alegatos del abogado de la coalición Si Por San Luis reducida por el deslinde priísta días atrás, abandonaron el barco cuál roedores como un gesto de buena voluntad para con los operadores políticos del partido verde. La sala superior del TEPJF desahogó con premura el evento con una determinación y simpleza de análisis que por instantes el magistrado ponente parecía abogado de la parte acusada.
Días antes el instituto nacional electoral había hecho lo propio al resolver la queja de la coalición por un supuesto rebase de los topes de campaña, la misma entidad que le calculó medio millón de pesos a Mónica Liliana Rangel por un banner en su página de Facebook, no fue capaz de analizar con mediana igualdad los gastos excesivos del candidato del partido verde en la elección constitucional. Es del dominio público que el dispendio de recursos económicos y en especie del ahora gobernador Ricardo Gallardo Cardona fue descomunal, en una proporción de 20 a 1 con respecto de su más cercano perseguidor Octavio Pedroza Gaitán.
Las cosas por su propio peso caen, es una ley natural, lógica y física. Era de esperarse que el candidato Pedroza Gaitán se reservará su derecho al pataleo por cuidar a su hermano Daniel, el actual secretario de finanzas cumple su función de rehén para con un derrotado Juan Manuel Carreras López, el gobernador saliente se encuentra sometido a un acoso inusitado, la gallardía se da el lujo de tildarlo de incompetente en la prensa local. Carreras es el tibio de siempre, el pelele que muchos consideraban un Maquiavelo antes de la elección, terminó por ser el patiño de la fiesta de consagración del pollo Gallardo.
En la semana previa a la toma de protesta la ciudad se vio envuelta en una serie de bloqueos que paralizaron la capital del estado, Carreras López hubo de enfrentar el desdén de grupos de presión y sindicatos que reclamaban el pago inmediato de diversos compromisos económicos que arrastraba desde meses y años atrás, el vituperio que sufrió en cinco días bastaron para acabar con la poca dignidad que le quedaba al gobernador. El epílogo de su sexenio quedará para la historia como la nefasta remembranza de más de dos mil días de soberbia y desasosiego.
Para hacer más patente su servilismo, la exigencia de la renuncia del fiscal general del estado Federico Garza se materializó en la figura del juez de control José Luis Ruíz Contreras, personaje ligado abiertamente al ex diputado local Cándido Ochoa Rojas. Ruíz Contreras fue su fiel colaborador y protegido cuando el ahora operador de cabecera del Pollo Gallardo servía a los intereses del gobernador priísta Fernando Toranzo Fernández. Cándido Ochoa tiene un estilo agazapado, nunca da la cara, pero se mueve de forma subrepticia.
Cándido Ochoa es el hombre más poderoso de San Luis Potosí, si acaso detrás del gobernador constitucional. El secretario de gobierno Guadalupe Torres también emerge de la misma camarilla. Es el alumno más avanzado de Ochoa Rojas desde hace tiempo y fiel esbirro. Si acaso la inoportuna aparición de una enfermedad mantiene al líder del clan en una situación de incertidumbre sin que ello límite sus habilidades conspirativas. Dada la condición de pubertos de la mayoría de los activos gallardistas, el tuerto es el rey.
Al cierre de esta edición el congreso del estado aprobó cambiar la sede para la sesión de pleno donde se habrá de tomar protesta al gobernador constitucional en la plaza de los fundadores donde ya se ha montado un escenario para tan magno evento, el traje a la medida. La sumisión del poder legislativo no augura nada bueno, tal vez alentados por las leyendas urbanas que describen al político como un ser irascible, caprichoso y rencoroso nadie se atrevió a oponerse a semejante acto ignominioso. Al pequeño dictador nadie le dice que no, si acaso se le hubiera antojado hacer la toma de protesta en su rancho, seguramente los diputados se habrían vestido de charros, falda y rebozo.
Juan Manuel Carreras será recordado por una gráfica divulgada en redes sociales, el petulante vencedor mira de frente con actitud retadora mientras el apelmazado doctor Carreras López se encoge de hombros y arrastra los pies, la más pura imagen de la derrota moral. Al gobernador saliente ni siquiera sus subalternos lo trataron con respeto en los funestos días del desagravio, a pesar de sus esfuerzos por cumplir los compromisos económicos los proveedores se agolpaban en las puertas de las oficinas burocráticas suplicando por un pago que nunca llegará. La advertencia del nuevo gobernador sembró el pánico entre los proveedores antaño privilegiados, “cobrenle a Carreras porque yo no abonaré a nadie”, -espetó el señoritingo muy seguro de sí.
Juan Manuel Carreras esperaba un abono de la secretaría de Hacienda de 400 millones para salir a mano, solo llegó la mitad y la desesperación se apoderó de funcionarios de medio pelo. El sistema se abrió solo para que se despacharan con la cuchara grande los encargados de la chequera. Al gobernador ya ni lo pelaron, se le fue el último bisne, cámaras de vigilancia que tendrían la función de proveer seguridad a los ciudadanos. El director administrativo de la secretaría de seguridad pública Israel Muñoz se atrevió a desobedecer al jefe del ejecutivo, se le hizo el perdedizo al güero Carreras, (allá con su pan que se lo coma) nunca se apareció para firmar la documentación necesaria para soportar el descomunal gasto.
Nunca en la época reciente se había visto una transición tan accidentada, manifestaciones, proveedores al borde de un ataque de nervios, empleados que no alcanzaron a cobrar su última quincena. Un gobernador desahuciado, pestilente, servil, atorrante. La historia lo juzgará como el pusilánime que siempre fue, la página más denigrante se cierra, el medroso doctor Carreras se revuelca en sus miasmas y los estertores de la muerte anuncian el comienzo de una nueva era. Quizás la más aciaga de que se tenga memoria.