OPINIÓN

La soga al cuello: La señorita Nina

La ignorancia genera confianza con más frecuencia que el conocimiento: los que saben poco, y no los que saben mucho, son quienes afirman con tanta rotundidad que la ciencia nunca resolverá tal o cual problema. Charles Robert Darwin

 

En la vaguedad del discurso político, se inserta una modalidad más simple, la del parafraseo elemental, insustancial, párvulo. Las redes sociales proporcionan la inmediatez del mensaje, tanto que deja de ser relevante el contenido, porque lo que prevalece es la percepción de cercanía. La relación se da a través de un elemento que forma parte ahora de la anatomía del ser humano, el móvil. Los políticos, youtuber o artistas se vuelven cotidianos, incluso hasta necesarios por la recurrencia y persistencia de su habitualidad.

 

Hoy en día, los políticos exitosos necesitan forzosamente contar con un buen manejo de redes sociales, hay una para cada estrato social y obtener los resultados esperados dista mucho uno de otra, desde la maliciosa perfección de Instagram, hasta la perniciosa simpleza de lo que la gente publica en Facebook, como que ahí se sienten en confianza de ser como quieren, rupestres, primitivos, rudimentarios. A diferencia del Twitter, ahí se agrupan los aspiracionistas tan de moda ahora, parásitos del sistema económico que provee de migajas a sus rémoras.

 

Un político popular lo debe ser también en Facebook, sobre todo en países como México donde la educación básica mantiene estándares apenas por encima del nivel de comprensión de un chimpancé muy aguzado. El gobernador electo Ricardo Gallardo Cardona se esmera desde hace tiempo en llenar con balbuceos segmentos de video de tres minutos de duración en Facebook, cuenta con más de trescientos mil seguidores. Poco antes de iniciar las hostilidades de la pasada contienda se estrenó como influencer y fue quizás su estrategia más exitosa para salir avante del reciente proceso electoral.

 

En una transmisión de streaming nadie va ser juzgado por su falta de dicción o su escaso bagaje cultural, ni siquiera por su pobre vocabulario, la gente observa lo que trae puesto el sujeto y las banalidades típicas de la vida de los famosos, el corte de pelo, el vehículo en el que viaja, su forma de vestir, si está a la moda y si su atuendo armoniza con su color de piel, él fenotipo racial o su complexión física.

 

En días pasados inició una nueva serie de producción titulada ¡Este soy yo!. El objeto de los segmentos de video no están muy claros, posiblemente pretenden mantener el ánimo social favorable para el gobernador electo, o quizás sea el arranque de su candidatura presidencial. -a mí no me vean, no estoy inventando nada y tampoco digo que sea posible, solo sé que se les ha metido eso en la cabeza. Lo cierto es que en esos videos el gobernador Gallardo Cardona habla de sí mismo en plural, siempre. Un curioso trastorno psicosocial lo lleva a responsabilizar a muchos de lo que una sola persona desea, ordena y disfruta. Él mismo es todo y nada.

 

En su más reciente trabajo, el gobernador nos muestra su amplia colección de equinos, tan rubios y finos que hacen desentonar al presentador que los acaricia con enjundia, ellos -los potrillos- retozan y se apapachan ante la caricia de su propietario, él truena los dedos y pide agua, alimento y más acicale. Más adelante, habla de las maravillas de la inseminación artificial y de algo que llaman “transferencia de embriones”.

 

Un amable médico veterinario zootecnista explica todo a detalle mientras introduce medio brazo en el trasero de una yegua. Y próximamente también tendrán -nos enteramos- la inyección intracitoplasmática que es una técnica de reproducción asistida similar a la in vitro. Por alguna razón desconocida, Gallardo insiste en reiteradas ocasiones en precisar que sus yeguas no son montadas jamás por un macho, el ciclo de la vida se hace en el laboratorio.

 

También hay caballitos más enanos que los ponys comunes, todos ellos con su respectiva caballeriza muy amplia y con todas las comodidades necesarias. Por último presume un ejemplar color miel de nombre “cartier”, resulta ser -según el interlocutor- hijo de un caballo famoso, su semen congelado dio origen a un bello animal orgullo de su amo y señor.

 

Por último José Ricardo comparte una breve reflexión de la maravilla que es la vida campirana, comparte con algarabía que ese ambiente le encanta, divierte y como se relaja hasta con una cabra de nombre Matilde, encargada de amamantar a los potrillos que se quedan con hambre. Es curiosa la reflexión fenomenológica que por asociación de ideas nos obsequia una de las escasas analogías del ciudadano gobernador electo : “Matilde es como si fuera el gobierno, y los potrillos es (sic) todos los que están mamando de Matilde… eh, muchos me van entender”. –Que alguien me explique.

 

Esta semana Gallardo hizo una aparición intempestiva y pudo constatar las deficiencias históricas con que trabajan los estoicos médicos y enfermeras del hospital central doctor Ignacio Morones Prieto, pudo observar el elefante blanco construido y habilitado (de nombre) como hospital COVID. El gobernador Gallardo se rasga las vestiduras y se cansa de llenar de adjetivos a los ex gobernadores, sobre todo con clara alusión a Fernando Toranzo Fernández pues, aunque Juan Manuel Carreras también es doctor, solo lo es en derecho. Días después se aclara que el hospital central ya está bajo administración del INSABI desde abril. Allá el gobernador si se quiere pelear con la “cuatroté”.

 

José Ricardo el “pollo” Gallardo Cardona se apresta para su primer enfrentamiento con las mafias del poder, quizás eligió mal su oponente pero si logra derrotar al monstruo de mil cabezas se pondrá en la cresta de la ola. La burocracia potosina siempre ha sido un lastre, las sanguijuelas más obesas, obtusas y espeluznantes de la región. Gallardo piensa que podrá hacer el pleito ratero y reducir la carga presupuestal de todos los beneficios que son el jubileo de cada afortunado miembro del gobierno estatal.

 

Nadie va salir a defender a la burocracia potosina, pero ellos por sí solos darán la batalla, tienen mucho que perder. Por lo pronto Bernardina Lara, “la señorita nina” se apresta para cabalgar en su última batalla, cual Cid Campeador montado en babieca, se ha puesto los arreos y marcha firme a su destino.

 

Aunque también convocó a una reunión extra urgente para elegir mesa directiva del sindicato mayoritario, si la líder se reelige es un mensaje claro para el gobernador, “aún tengo el respaldo de mi gente”. Si “la señorita nina” cede el liderazgo del sindicato a otra persona, será entonces que los rumores eran ciertos, a la abeja reina le llegó un calambre y todo estará perdido.

@gandhiantipatro

 

 

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