La soga al cuello: Dimes y diretes
La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Groucho Marx.
El presbítero Alfredo Gallegos Lara mejor conocido como “el padre pistolas” es un clérigo que pertenecía a la diócesis de Morelia y desde el 4 de septiembre de 2022 le fue suspendido el ejercicio del ministerio sacerdotal por el uso (y abuso) de un lenguaje vulgar y ofensivo. Previamente, el arzobispo Carlos Garfias Merlos (a quien corresponde sancionar) le amonestó por promocionar curas y remedios para enfermedades graves desde el altar, además de utilizar un lenguaje calumnioso en contra del jerarca religioso, sacerdotes, mujeres y fieles en general, así como dejar de contribuir al sostenimiento del seminario, misiones y obras piadosas. Su curioso mote se debe a su costumbre de portar armas, (incluso cuando oficiaba misa) estando al frente de la parroquia de Chucándiro denunció estar expuesto a las acciones de los grupos criminales que mantienen un estado de tensión constante en la mayor parte del territorio del estado de Michoacán.
Al parecer “la gota que derramó el vaso” fueron una serie de expresiones verbales que podrían interpretarse como machistas o misóginas y que al divulgarse en las redes sociales donde la popularidad del padre va en constante aumento, consiguió llamar la atención de los círculos políticos, pero también de los colectivos feministas que mantienen una lucha constante contra la violencia verbal como precursor de otros medios de violencia. El padre pistolas es un personaje orgulloso de su origen precario y de su léxico. Se manifiesta utilizando constantemente palabras de uso común que siguen siendo escandalosas en el púlpito de una parroquia, en una entrevista o en una conferencia sobre salud y nutrición.
A pesar de su repentina fama los altos niveles del poder eclesiástico en México fueron tolerantes, vamos, hay zonas en México donde andar armado no es un desplante, es una necesidad. El padre pistolas afirma haber padecido cáncer y haberse curado para sorpresa de muchos de sus médicos y conocidos, ahora comparte sus conocimientos en herbolaria y dedica sus días a consultar pacientes que incluso viajan desde la unión americana en busca de un remedio desesperado a sus males. Con lo que no fueron tolerantes los altos jerarcas de la curia mexicana fue que el padre pistolas se atreviera a sugerir que las integrantes de los grupos feministas deberían aprender a cocinar y echar tortillas en el comal antes de andar de “argüenderas” o llamar “jotitos” a quienes se identifican con la comunidad LGTB. La corrección política es hoy en día más poderosa que las sentencias del código canónico.
El lenguaje florido no necesariamente debe ser vulgar, hay quien suele profanar con argucias lingüísticas el sacrosanto breviario de la Real Academia de la Lengua Española tan monásticamente preservado por un grupo de sabios que nadie conoce y que de vez en cuando nos actualizan con algún jocoso agregado, la mayoría de ellos, modismos de algunas regiones que por su uso masivo no queda otra cosa más que aceptarlo. Como el verbo tuitear o googlear. Pos ya qué.
Hay gente que tiene una gracia para ofender, que da gusto recibir una mentada de madre. Hay otros que no, por mucho que quieran hacerse los graciosos o aparentar bravura, no pasan de ser bravucones de cantina que a la hora de la verdad, se orinan en los zapatos o son más rápidos que el viento. Me vienen a la memoria los ex gobernadores Fernando Toranzo Fernández y Juan Manuel Carreras López, es sabido que su perfil público era de moderado a pusilánime, pero en lo privado desquitaban todos sus complejos con procacidad humillando a sus empleados. Yo me imagino que la venganza de los funcionarios toranzistas y carreristas fue hacer mal su trabajo, eso explicaría muchas cosas.
La comicidad siempre fue un espacio más ilustrativo y benévolo para el disfrute de la ofensa, el escarnio de los defectos físicos, la apariencia como base fundamental del guión, pero aún ahí, prevalecía el ingenio, no se trataba de maldecir por maldecir, la vulgaridad incita a continuar haciéndolo, pero requiere audacia y aunque usted no lo crea estimado lector, un método. Uno no puede ofender a la virgen de Guadalupe o al señor don Mencho sin esperar consecuencias, al menos no en este país, será distinta la mano y la justicia ligeramente más lenta, pero llegará, y ese instante será impepinablemente inolvidable.
Con el paso del tiempo transitamos de la rigidez censora de la secretaría de gobernación que tenía una entidad revisora que al menor traspié verbal dejaban caer una multa sobre la difusora de radio o concesionaria de televisión que para su infortunio eran ineludibles y podían incluso (si se acumulaban) acarrear el posible retiro de la misma. Quienes pretendían ser alguna vez locutores de radio debían pasar un examen de cultura general en la secretaría de educación pública que ya quisieran hoy en día los aspirantes a la maestría en historia de la UNAM. Actualmente resulta deshonroso escuchar un programa de radio que de puros “wey” llenan la mitad del contenido, ese es el nivel que tenemos.
De unos años para acá el discurso político fue penetrado por la ocurrencia, la grosería inocente, y hasta la más infame expresión de un badulaque o camandulero. Lejos quedaron los días de la voz impostada, la cadencia del ritmo con citas, (ahora le llaman flow) y la elocuencia del orador, el personaje impecable, que hasta con ciertas dotes de histrionismo preparaba su salida arropado entre la ovación del respetable y el más sagaz, hasta con ejercicios de mnemotecnia que dejarían atónito a un auditorio. Hemos tocado el fondo, creo.
Ah si, continúa la crisis del agua en la ciudad de San Luis Potosí y está por llegar la quinta ola de calor, asegure su vehículo porque nuestro estado sale quinto en el ranking de robo de vehículos, más de mil de Mayo 2022 al mes de abril de 2023. Cuídese y de ser posible no salga ni lea los periódicos, como diría el poeta, “es mejor ser feliz, que andar averiguando”.