
Menudo embrollo el que provocó la aprobación de la llamada “ley Ruth” por el poder legislativo de San Luis Potosí, hasta la conferencia matutina de la presidenta de la república Claudia Sheinbaum Pardo llegaron los chismes. Ella como siempre, prudente, cautelosa e inmutable. Para nadie es un secreto que la jefa del ejecutivo fue humillada al inicio de su administración, cuando su propuesta de impedir en la próxima elección que los gobernadores, alcaldes y hasta diputados transmitieran el cargo a cónyuges, hermanos, hijos y padres, se hiciera ley, en las cámaras legislativas no pudo conseguir la mayoría calificada y por lo tanto hubo de hacerse una humillante negociación y la propuesta fue aprobada pero con la salvedad de que sus efectos serían visibles hasta la elección de 2030. Nunca en la historia de México existió una presidenta, tampoco había sucedido que su primer iniciativa fuese tratada con tal desprecio, que no se explica uno cómo es que no hubo una reacción rabiosa, quizás la gentil Claudia solo está esperando el momento oportuno para cobrar venganza y todos los que ahora le dedicamos gestos de conmiseración seremos tachados de idiotas. El anuncio de aquella iniciativa presidencial en contra del nepotismo electoral fue en el marco glorioso del teatro de la república, en el estado de Querétaro, bastión panista y uno de los últimos reductos de la derecha pendenciera y escurridiza. Y en ese marco pletórico de sobriedad y ante la clase política del país la señora dejó caer la bomba, “no se puede heredar el cargo, porque está mal y porque lo digo yo”. Dicen que el señor no le dió alas a los alacranes, pero el diablo les obsequió plurinominales.
Ya corrió mucha agua bajo el puente desde aquel cinco de febrero en Querétaro, apenas está por ajustarse un año, pero la cuestión es: ¿Que tanto ha crecido la presidenta de México?. Quizás por medio Omar García Harfuch tiene más poder, sus manos están metidas en todas partes, desde la unidad de inteligencia financiera hasta la fiscalía general de la república -cuenta con ojos y oídos- ni se diga en la policía federal y el centro nacional de inteligencia, el hombre de confianza de la presidenta es tan poderoso y quizás el funcionario más vulnerable de todo el gabinete. Como dice la canción: a esa gran velocidad, un impacto sería fatal. Claro que no le desea uno el mal a nadie pero el tipo ha despertado la envidia, el encono, la preocupación y la animadversión de la clase más perversa y peligrosa dentro de los grupos criminales de México, los delincuentes de cuello blanco. La información es poder, -dice el viejo adagio- y para ello es necesario reclutar una inmensa red de informantes por todo el país y en ocasiones no basta con colocar a personas de confianza en posiciones de dirección. Una cosa es ocupar la silla y otra muy distinta saber que la sostiene. Las mafias en México son como en cualquier sociedad avanzada, una estructura piramidal con suficientes mecanismos para purgar el sistema cada que alguna acción derivada de un cisma se convierte en una crisis política, Claudia necesita saber si los gobernadores le temen, y si son capaces de influir en los legisladores federales que emergieron precisamente de esos grupos locales. En cierta forma la estructura organizacional del vetusto partido revolucionario institucional era una maravilla, porque todos sabían que las órdenes siempre vendrían del centro, no se discutían ni se ponían en duda las razones, solo se acataban con singular alegría, cerrar filas y disciplina institucional era la consigna. Aquel que se comportaba con rebeldía, pagaría las consecuencias y el castigo sería ejemplar, para dejar claro quién manda.
Por ejemplo, en San Luis Potosí solo hay tres tipos de legisladores federales, -ya sean diputados o senadores- morenos, verdes y la oposición azul. Los verdes son un grupo compacto y todos responden al gobernador del estado Ricardo Gallardo Cardona. Los blanquiazules son el hermano de Xavier Azuara Zúñiga, David y otra simpatizante del mismo grupo, confrontados a su vez, con la senadora Verónica Rodríguez quien ostenta el cargo de líder estatal del Partido Acción Nacional. Los morenos por su parte son una familia disfuncional, donde la discordia, el descrédito y la traición son la moneda de cambio. Hay de chile, manteca y de dulce, cada quien responde a un interés muy particular, pero evidentemente saben de antemano que la política del partido la instruye la oficina de la presidencia y la orden baja por medio del partido y los coordinadores de bancada. Por mucho que se odien, los morenos saben que la hermandad es lo que prevalece y si acaso alguien se atreviera a tener una opinión divergente o distante de la dinámica nacional, entonces perderá sus privilegios y sufrirá la condena de la memoria, la ignominiosa sentencia del olvido, será expulsado de los chats de WhatsApp y muy posiblemente será un paria que una vez tuvo suerte -y luego ya no. Dicho preámbulo sirve para destacar que independientemente del partido verde, el “gallardismo” tiene dos senadores y un tanto más de dóciles diputados federales, suficientes para influir en una decisión política como evitar la ley antinepotismo de la presidenta Claudia Sheinbaum. No estamos viviendo la época de un presidencialismo puro, es más bien un cartel que se divide en facciones que -de igual forma- corresponden a intereses locales de carácter político o mafioso. Es por ello que el agandalle de la semana llegó ipso facto a la conferencia matutina de la presidenta, a pregunta expresa respondió que no es de su particular simpatía todo aquello que pretenda favorecer a un familiar que busca suceder en el cargo a otro. En clara referencia al caso de San Luis Potosí señaló que estaba enterada de la iniciativa aprobada y que incluso ya le había encargado un estudio al ex presidente de la corte Arturo Zaldívar Lelo con Diarrea que hiciera un estudio para saber si la reforma aprobada era constitucional y no violentaba el orden jurídico.
Aquí en la aldea, puras suposiciones y alegatas comunes, que si fué y vino, que si a chuchita la bolsearon, que si la luna es de queso y las nubes de algodón. El gobernador del estado manifestó que se dió cumplimiento a un mandato del consejo estatal de participación ciudadana (CEEPAC) y con la premura de siempre se brincaron protocolos y costumbres para sesionar comisiones y pleno antes de terminar el periodo ordinario de sesiones. O sea que la idea fue del órgano electoral y la prisa fue porque así son los diputados de ahora, hiperactivos y muy comprometidos con la rapidez y la eficiencia. Todo lo que sea necesario para garantizar a las potosinas que sí o sí, van a tener una gobernadora en 2027. El principal perjudicado fue muy prudente. El alcalde capitalino Enrique Galindo Ceballos hasta votó a favor en el Cabildo del ayuntamiento capitalino sobre la reforma constitucional que le impedirá participar por la gubernatura en la próxima elección, quizás ya tiene un trato más lucrativo o de plano algo sabe. De cualquier forma el partido Acción Nacional y Morena anunciaron que presentarán recursos jurídicos para revocar la decisión del congreso potosino, lo de los panistas es pose, pero que Luisa María Alcalde líder nacional del partido guinda se haya tomado muy en serio el tema, habla de que las consultas previas no fueron muy claras -o simplemente no hubo. En el ojo del huracán el diputado Héctor Serrano Cortés, el personaje ya está acostumbrado a los vaivenes de la caprichosa diosa de la fortuna. El personaje es un extraño híbrido en la política potosina, y aunque bien sabido es que “no es lo mismo los tres mosqueteros, que veinte años después”, también es cierto que el vato jugó en primera división, y aún conserva el toque y la visión de campo. Como quiera que sea, sí de pronto la corte decide dar reversa a la reforma potosina, la candidata a vencer sigue siendo Ruth González Silva.
Va seguir haciendo frío y el año ya casi se acabó, abríguese bien y mantenga sus ambiciones políticas en reserva hasta nuevo aviso.
@gandhiantipatro






