Sosa celebración por los 60 años del Instituto Potosino de Bellas Artes
Como parte de las celebraciones de los 60 años de vida del Instituto Potosino de Bellas Artes, se realizó una serie de presentaciones artísticas en el Centro de Difusión Cultural Raúl Gamboa.
Ante tan importante fecha en las que acudieron diversas autoridades del ámbito cultural, se esperaba un despliegue importante de perfeccionamiento artístico, pero en su lugar se presentó un show lamentable, con retrasos e informalidades que hacen cuestionar el nivel de enseñanza o aptitud de la misma de algunos maestros.
De lo más rescatable fue la lectura de algunos textos, aunque varias de éstas hayan sido ya leídas en pasados eventos de esta naturaleza. Por otra parte y por alguna razón la guitarra no brilló en el escenario cuando un maestro de la materia se dedicó a tocarla, sólo destacó por presumir que la pieza interpretada había sido compuesta por un guitarrista de renombre internacional.
La muestra de danza sin duda lo peor y aunque se entiende que fueron estudiantes los intérpretes, hace reflexionar de cómo una escuela de formación y excelencia como el Instituto Potosino de Bellas Artes quien recibe un presupuesto, se atreve a cobrar tanto por cursos o talleres que no reflejan un dominio y perfeccionamiento de la técnica, pues el nivel mostrado era lastimoso y hasta comparable con los de los Centros Comunitarios (sin demeritarlos) en donde se imparten cursos para mantener a la gente en ocupaciones edificantes .
Se siguió evidenciando la decadente tarea de la maestra Carmen Alvarado que sólo se ha colgado del nombre de Lila López y del Ballet Provincial para mantenerlo con vida, pero poco ha aportado a la danza en los últimos años sin que tenga que recurrir a un ruego de las autoridades para ser incluida en algún programa. Incluso algunos señalan que bloquea a otros bailarines que se quieran salir de su dominio y quieran seguir creciendo, una actitud contraría a lo que Lila López predicaba.
Lo más rescatable fue la danza folclórica (con un pequeño detalle en la música prehispánica que era acompañada de guitarra), la cual demostró un nivel muy respetable y digno de presentarse en una celebración tan importante.
En conclusión las activadas terminaron en sólo la clásica muestra de fin de curso que el IPBA hace cada semestre, pero que se nos fue anunciado como un gran evento que lamentablemente sólo demostró el bajo nivel con el que cuenta el instituto y parte del legado que Laura Elena Gonzales dejó, pues esta nunca vio por buscar la excelencia y sólo empleo al instituto para acomodar amigos; ahora queda una amarga radiografía de esto.
De las obras plásticas poco se puede decir ya que la curaduría no parece del todo ordenada y es más un collage de muchas piezas sin clásificación, algunas muy buenas, otras demasiado malas, lo que dificulta la lectura de la exposición y por lo mismo un dictamen objetivo, se aconseja visitarla y observarla con paciencia porque sin duda hay buenas obras.