OPINIÓN

La soga al cuello: Los motivos de Liliana

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Groucho Marx.

 

Sin duda el ejemplo más tácito de la corrupción del gobierno de Juan Manuel Carreras López es lo que sucedió en la secretaría de salud. Mónica Liliana Rangel fue su colaboradora más destacada, la que nunca recibió un regaño. La mujer gobernó con brazo de hierro su dependencia, quizás la única área del gobierno estatal que jamás padeció de recortes o manoseos presupuestales, sobre todo en los últimos dos años del sexenio, la pandemia la convirtió en un área estratégica y esencial. En los momentos más álgidos de la crisis mundial de salud, su rostro se volvió una imagen reconocida en San Luis Potosí, ella aprovechó el momento y pretendió catapultarse a la grande, ser gobernadora del estado se volvió su obsesión.

 

Juan Manuel Carreras lo creía, (o se dejó convencer) la doctora Mónica era la mejor opción, así fue y lo dijo en los altos círculos del poder de la cuarta transformación. En ese amasijo de intrigas y conspiraciones que se volvió la elección 2021, fue precisamente el “güero” Carreras quien más contribuyó a convertir el proceso electoral en un berenjenal. Con el paso de los días, muchos analistas y morbosos mirones de la grilla potosina enaltecieron generosamente los devaneos del jefe del ejecutivo y su habilidad para engatusar a los aspirantes y líderes políticos locales a fin de asegurarse lo que muchos llamaron: “el séptimo año”.

 

Juan Manuel Carreras fue a tocar base con la secretaría de gobernación, la señora Olga Sánchez Cordero se mostró contrariada, en un principio, después, creo que se ha de haber sentido halagada, en esos aciagos días de noviembre de 2020 se aburría horrorosamente. Hay que darle mérito a Juan Manuel Carreras, él fue el único político en el país que no pensó que doña Olga fuera poco menos que una maceta en el corredor.

 

Aun así, la señora si acaso fue útil para llevar el recado y traer una respuesta: el presidente le mandaba decir al gobernador que siendo él presidente de todos los mexicanos, quien resolvería los temas del partido sería su presidente Mario Delgado. Cualquier otro se hubiera sentido desangelado por la obviedad de la respuesta, pero Dios bendiga a los idiotas, el güero Carreras tomó la respuesta como un “si”.

 

Con aquellas criadillas que se apersonó en la oficina del dirigente nacional de Morena, el güero Carreras dejó caer una breve semblanza de su primera y única opción, Mónica Liliana Rangel es la opción, “el presidente dijo que quien yo dijera”. Mario Delgado muy en su papel, le pidió unos días para hacer una encuesta y un careo, pero le dio altas expectativas, antes de terminar la semana le mando un mensaje: no pasa.

 

Ese mismo fin de semana, brigadas de jóvenes recién contratados repartieron por algunas colonias de la capital del estado un kit de combate al COVID – 19, un botellín de gel antibacterial, un cubreboca bicapa de los de a peso y una revista con historietas y consejos para enfrentar la pandemia. También realizaron las brigadas una breve encuesta de percepción sobre la gestión de la secretaría de salud. Y ahí quedó, no pasó de un fin de semana el activismo de la doctora Rangel.

 

Vendría diciembre y antes de las posadas la efervescencia estaba a su máximo, en la confusa convocatoria de Morena para seleccionar candidato/a se incluyeron a todos los que levantaron la mano, fueron sometidos a la humillación de un registro personalizado en la Ciudad de México, como para demostrar que todos pasaban por el mismo filtro, una puerta tan pequeña que obligaba a todo aquél/ella que quisiera cruzar el umbral, a rasparse las rodillas. Un gesto de sumisión y respeto a la cuarta transformación.

 

Después a Mario Delgado se le “hizo bolas el engrudo” y cuando debía repartirse las últimas tres candidaturas le quedaban dos boletos para varón y uno para dama. Entre Sinaloa, Guerrero y San Luis Potosí el de menor peso específico se iba a joder, digo, los estados del Pacífico son de ligas mayores, hay más dinero y hasta su propio cártel tienen, nada que hacer, llegó el día fatal y San Luis fue el único estado que no tuvo candidata. “Ahí regresando de Reyes” -dijo Mario Delgado con tono afeminado.

 

En una nueva convocatoria y registro (porque la caballada estaba muy flaca) nuevas actrices en el escenario. A pesar de la molestia del sector varonil la orden ya estaba dada, sorpresivamente apareció la doctora Mónica con aquella mirada lánguida que la caracteriza, infinita, impertérrita. Solo competía con la ex aspirante panista Sonia Mendoza Díaz que al final optó por la catafixia y se quedó con la diputación plurinominal que le ofreció el partido verde. Mónica había ganado por default.

 

La campaña fue como ver una película italiana de bajo presupuesto, nunca se supo cuándo comenzó y nunca llegó al clímax, fue una cosa que nadie supo, frígida, sosa, aburrida. Se contrataron unos despachos de esos que hacen todo por computadora y se anuncian en Facebook, el desprecio por los actores políticos locales harían más doloroso el resultado final. Se quedó a centímetros de ser rebasada por un retardado que se arrojaba de los puentes y bailaba como meretriz en los mítines políticos.

 

Después un impasse, luego el exilio, no sin antes ir a rendir las varas ante el triunfador de la contienda por orden del gobernador Carreras que andaba desesperado en los últimos meses de su sexenio por recuperar algo. Igual hacia una venta de garaje que cobraba finiquitos, pedía adelantos, cantaba favores, penoso, vulgar y pusilánime el “güero”.

 

Mónica no pudo tratar las condiciones de su rendición, ya lo había hecho su jefe y él había olvidado pedir el salvoconducto para su delfín. Desde la toma de protesta del nuevo gobernador se anunció que el objetivo primario era la gigantesca corrupción en la secretaría de salud. Solo hacía falta saber cuándo.

 

Muchos le deben una disculpa al diputado Edgardo Hernández Contreras, durante sendas comparecencias se cansó de denunciar la corrupción imperante en la secretaría de Salud y en seguridad pública bajo el amparo y arbitrio del gobernador del estado Juan Manuel Carreras López. Tal vez nadie dimensionaba que a los que se enfrentaba en la tribuna eran bandas criminales bien organizadas y de esas que no batallan en ponerle precio a la vida de una persona. El tamaño del botín lo amerita, y no es que tengan demasiados escrúpulos, más bien, los perros (y perras) huelen el miedo.

 

El diputado Edgardo “galo” siempre sostuvo la mirada y hasta el momento jamás ha retirado lo dicho. Esto que ahora vemos no nos sorprende, sabíamos de la dimensión del saqueo. Se conocían los nombres y hasta las direcciones de los involucrados, pero se coaligaron con el gobernador desde la titular de la auditoría superior del estado, el contralor general y el fiscal general. ¿De qué tamaño será el clavo y dónde estará? ¿Cuántos más están involucrados?

 

Esta bola de nieve amenaza con llegar hasta las puertas de la mansión Carreras López, en un momento de crisis política difícilmente alguien se tentará el corazón para no abrir ese expediente, es oro molido y además, reivindica el discurso de “caiga quien caiga, sea quien sea”.

 

Muchos están preocupados porque las líneas de complicidad llegan a todas partes y la doctora Mónica podría involucrar a muchos actores políticos con vigencia limitada. Vamos, si hasta los hijos del ex secretario de gobierno y ahora diputado local Alejandro Leal Tobías aparecen como proveedores de la secretaría de salud, igual vendían cubrebocas y gasas que cosas especializadas que encontraban en Amazon.

 

Sea pues Mónica Liliana Rangel, fuiste flor de un día, el sueño mal parido de administrar la abundancia, fuiste temida y amada, serás consagrada en el panteón de la ignominia, y cuando las hojas caigan, te preguntarás si habrá valido la pena.

 

@gandhiantipatro

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