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Develan placa conmemorativa por los 120 años del Teatro de la Paz

3.-ANIVERSARIO 120 TEATRO DE LA PAZ (1) Para celebrarlo, la Secretaría de Cultura preparó un programa de actividades que incluye 13 programas artísticos, entre otros eventos.

La doctora María Luisa Ramos Segura, Presidenta de la Junta Directiva del Sistema DIF Estatal, y el Secretario de Cultura, Xavier Torres Arpi, develaron la noche del martes la Placa Conmemorativa del 120 Aniversario del Teatro de la Paz (el Coloso de Villerías), construido entre 1889 y 1894 durante el Porfiriato, y considerado uno de los cuatro grandes teatros históricos de México junto  con el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México, el Teatro Degollado de Guadalajara y el Teatro Juárez de Guanajuato.

Precisamente uno de los acontecimientos más importantes que la ciudad celebra este año es, el 4 de noviembre, el 120 aniversario de la inauguración del Teatro de la Paz, el recinto cultural que se ha convertido en uno de los símbolos de identidad de la sociedad potosina. Para celebrar este aniversario, la Secretaría de Cultura ha preparado un amplio programa de actividades que incluye 13 programas artísticos, una exposición pictórica, la instalación de un busto de Oralia Domínguez dentro del teatro, y la presentación de 2 libros relacionados con la historia del teatro, además de que para resaltar estas celebraciones, se practicarán mejoras en el sistema de sonido del también conocido como coloso de Villerías.

Como parte de los festejos, ayer se presentó en el Teatro de la Paz la obra de don Juan Tenorio, protagonizada por el actor Gonzalo Vega desde hace 30 años. El Teatro de la Paz fue proyectado y construido en la administración de Carlos Díez Gutiérrez por el arquitecto José Noriega; posee una elegante fachada neoclásica de cantera rosada compuesta por una escalinata, seis columnas con capiteles corintios y un tímpano en cuyo friso está sobriamente labrado su nombre.

Remata la fachada una imponente cúpula de zinc coronada por un águila. Su interior fue intervenido y remodelado en la segunda década de los años cuarenta del siglo XX por los arquitectos Francisco Cossío e Ignacio Algara, quienes le imprimieron un carácter racional pero con detalles tan delicados como las sutiles curvaturas de las columnas interiores forradas con cantera y mármol negro.

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